Digitalización coercitiva y desempeño empresarial: el papel catalizador de la consultoría
Pedro Brazo; Félix Velicia-Martín; Pedro R. Palos-Sánchez; Ricardo Gouveia Rodrigues
Palabras clave: digitalización coercitiva; presión institucional; consultoría; KIBS; desempeño organizativo; PLS-SEM; FIMIX
La digitalización no siempre nace de la voluntad interna de la empresa. Con frecuencia, es la Administración Pública, o el propio entorno competitivo, quien empuja, e incluso obliga, a adoptar tecnologías y procesos digitales. Este estudio analiza precisamente esa “digitalización coercitiva” y demuestra que, lejos de ser un mero cumplimiento burocrático, puede traducirse en mejores resultados cuando se articula a través de servicios de consultoría especializados. La evidencia empírica procede de 600 compañías de sectores diversos y se estima con PLS-SEM y FIMIX, combinando el análisis de relaciones causales y la identificación de segmentos latentes. El mensaje central es claro: la presión institucional por sí sola no garantiza rendimiento; el valor emerge cuando esa presión se canaliza mediante capacidades que transforman la obligación en adopción efectiva y en mejora del desempeño a través de la Consultoría.
El argumento central es doble. Primero, la presión institucional (normas, estándares, procedimientos públicos, como la facturación electrónica, el e-procurement o la tramitación telemática) impulsa la digitalización al generar incentivos y obligaciones que reducen la inercia organizativa. Segundo, el tránsito desde la obligación hasta el desempeño no es lineal ni automático: requiere capacidades, conocimiento y acompañamiento. Ahí es donde las firmas de consultoría y los servicios intensivos en conocimiento (KIBS) actúan como verdaderos catalizadores, trasladando prácticas, metodologías y aprendizajes entre sectores y empresas, acelerando la integración tecnológica y disminuyendo los riesgos de implementación.
Los resultados empíricos aportan matices importantes. La presión institucional se asocia positivamente con la digitalización y también con la contratación de consultoría. A su vez, tanto la consultoría como la digitalización muestran relaciones positivas y significativas con el desempeño organizativo. En cambio, el efecto directo de la presión institucional sobre el desempeño no resulta significativo. ¿Contradicción? No: el estudio documenta un mecanismo mediador. La presión “empuja”, la consultoría “traduce” y “habilita”, y la digitalización, ya incorporada en procesos, canales y modelos, es la que impacta en ventas, rentabilidad o cuota. Esta lectura ayuda a reconciliar las percepciones de “carga regulatoria” con la evidencia de ganancias de eficiencia: es el cómo —y con qué apoyos— se implementan los mandatos lo que determina los resultados.
El análisis FIMIX añade una lección relevante para la gestión: no todas las empresas reaccionan igual. En uno de los segmentos identificados, la presión institucional muestra incluso un signo negativo cuando se la considera de forma aislada, lo que sugiere que imponer sin apoyar con consultoría puede generar fricciones, costes y resistencias que deterioran el rendimiento. Esta evidencia refuerza la idea de políticas públicas y estrategias privadas complementarias: los mandatos digitales logran sus fines cuando se acompañan de servicios de apoyo que construyen capacidades en las organizaciones, especialmente en pymes con recursos limitados.
Desde una perspectiva práctica, el trabajo formula tres implicaciones claras. (1) Para los directivos, los requerimientos regulatorios no deben leerse solo como “costes de cumplimiento”, sino como ventanas para modernizar procesos (automatización de back-office, explotación de canales digitales, mejora del servicio al cliente) con impacto medible en resultados. (2) Para las firmas de consultoría y KIBS, el estudio legitima su rol como co-productores de innovación: no solo implementan tecnologías; construyen capacidades y reducen incertidumbre, lo que acelera el retorno de la inversión digital. (3) Para los responsables públicos, la eficacia de las políticas digitales aumenta cuando los instrumentos coercitivos se diseñan junto con mecanismos de soporte (asistencia técnica, subvenciones a consultoría, estándares interoperables), minimizando asimetrías de información y costes de adopción.
Metodológicamente, el uso de PLS-SEM permite estimar relaciones entre constructos latentes (presión institucional, consultoría, digitalización y desempeño) y cuantificar mediaciones; mientras que FIMIX detecta patrones ocultos que se perderían en los promedios. Este enfoque, aplicado a una muestra amplia y sectorialmente diversa, dota de solidez a los hallazgos y los hace transferibles a contextos en los que las transformaciones digitales están impulsadas por normativas sectoriales o por plataformas digitales dominantes.
En suma, el estudio aporta un mensaje nítido para la agenda de transformación digital: la coerción por sí sola no crea valor; el valor emerge cuando la obligación se convierte en capacidad organizativa. La palanca para esa conversión es la consultoría, entendida como un puente de conocimiento que reduce asimetrías, acelera la adopción y orienta la tecnología a resultados. Para universidades, escuelas de negocio y servicios de apoyo al tejido productivo, esta conclusión abre, además, un campo fértil de colaboración público-privada: formar y desplegar los “traductores” que convierten mandatos digitales en ventajas competitivas sostenibles.
Cita del artículo
Brazo, P., Velicia-Martín, F., Palos-Sánchez, P. R., & Gouveia Rodrigues, R. (31[2]). The Effect of Coercive Digitization on Organizational Performance: How Information Resource Management Consulting Can Play a Supporting Role. Journal of Global Information Management, 31(2). doi: 10.4018/JGIM.326282 · https://doi.org/10.4018/JGIM.326282









